Necesidad de educar las emociones

Emociones: alegría, tristeza, miedo, asco aversión, ira, sorpresa

Para hablar de las emociones, lo primero sería saber cuáles son las emociones primarias/básicas: el miedo, la ira, la tristeza, el asco o aversión, la sorpresa y la alegría.

Todas las personas estamos en continuo aprendizaje, pero ¿por qué educar las emociones desde la infancia?

De pequeños, el cerebro de un niño/a es como una esponja, esto se debe a varias razones neurocientíficas  y psicológicas:

El cerebro de los niños en los primeros años de vida es extremadamente plástico, es decir, tiene una capacidad increíble para reorganizarse y formas nuevas conexiones neuronales en respuestas a estímulos. El aprendizaje es acelerado.

El cerebro está preparado para aprender ciertas habilidades, el lenguaje, la motricidad, las interacciones sociales. En esos momentos, el cerebro capta y almacena información de manera más eficiente.

Tienen una curiosidad innata lo que les permite adquirir conocimiento de manera activa.

Un procesamiento sensorial, donde procesan una gran cantidad de información sensorial simultáneamente (auditiva, visual, táctil) lo que facilita la integración de nuevas experiencias y conocimientos.

A diferencia de los adultos, los niños no tienen creencias, o pensamientos preconcebidos sobre muchas cosas, eso les permite aprender cosas nuevas sin prejuicios o distracciones internas.

Los niños, aprenden por la ley del espejo. Observan y reproducen conductas, el lenguaje y las emociones de las personas a su alrededor, lo que potencia su aprendizaje.

Por todo ello, es fundamental que sean estimulados en un entorno seguro, identificando sus emociones, pudiendo expresarlas, para así saber gestionarlas. Porque una vez sabes identificarlas y sentirlas, podrás soltarlas.

El educador tiene un papel fundamental en el aprendizaje del niño/a.

¿Qué es educar en emociones?, es decir, “puedes sentir ira”, “puedes estar enfadado”, “puedes sentirte triste”… ninguna de esas emociones son malas o negativas. El ser humano tiene que saber sentir todas las emociones.

Cuando se produce un conflicto entre compañeros/as, o con la profesora, hay que trabajar en esa emoción que ha tenido una resultado conflictivo:

  • ¿Cómo te sientes ahora mismo?
  • ¿Identificas la emoción que estás sintiendo ahora mismo?
  • ¿Cómo te has sentido cuando has gritado, golpeado o te has ido en mitad del conflicto?

El adulto tiende a buscar a todo la causa, el origen, y el porqué de las actuaciones. No importa tanto la causa, el origen o el porqué.

Lo primero que hay que entender es cómo nos sentimos. Cuando sabemos identificar cómo nos sentimos, pasamos esa emoción del inconsciente al consciente. Cuando está en la conciencia es cuando podemos expresarla, y así entender qué ha pasado. Soltar, esa “rabia, ira, tristeza o culpa” que ha generado el conflicto. Aprender a regular el impulso o acción que terminó en conflicto.

Esto no quiere decir que no haya que establecerse límites, o decir que no.

Pero, si sólo se le dice que no,  “porque no se hace”, “porque está mal”. El niño/a seguirá actuando igual. Su impulso o acción ante un conflicto, situación o problema seguirá siendo el mismo. Porque ese niño/a no está identificando qué está sintiendo. Porque él solo escuchara en su inconsciente: “eres malo, has actuado mal, esto no se hace, has hecho daño a otro compañero, esto no puede volver a ocurrir”.

Ese niño/a tiene que gestionar su emoción, para reaccionar de otra manera ante un conflicto. Para eso tiene que sentir la emoción, para poder soltarla. Y que él mismo niño/a aprenda a cambiar su impulso o acción.

Otra cuestión, los niños/as  aprenden también por imitación, la ley del espejo: imitan acciones que muchas veces ven (tanto de otros iguales, sus compañeros, sus padres, los profesores, abuelos, etc). Por ello, el educador no sólo tiene que “enseñar”, sino también sentir educando. Esto qué quiere decir: cuando alguien hace algo mal, y nos sentimos atacados, frustrados, que las cosas no nos salen bien, tendemos a proyectar nuestra emoción (esa rabia, tristeza…). Si ese adulto, en este caso el profesor/a, siente su emoción ante el comportamiento del alumno, le muestra y expresa cómo se está sintiendo desde el respeto. El alumno irá interiorizando dicho comportamiento poco a poco.

Todo ser humano, sea niño o adulto tiene que sentir la emoción para poder soltarla.

Las emociones deben fluir, y no quedarse de manera persistente en el tiempo. Cuando una emoción persiste en el tiempo, es cuando provoca dolor emocional o físico, y es cuando está instaurado el miedo.

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Un abrazo enorme.

2 comentarios en “Necesidad de educar las emociones”

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